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miércoles, 4 de diciembre de 2013

NUEVAS CONSIDERACIONES EN EL SENDERO DEL DISCIPULADO: DISCIPULADO No. 13



NUEVAS CONSIDERACIONES EN EL SENDERO DEL DISCIPULADO
DISCIPULADO No. 13


En algún artículo anterior me he referido a las nuevas escuelas o grupos del discipulado como la nueva dinámica propuesta para estos últimos años de la Era de Piscis  y cuyo objetivo es el de conducir a los aspirantes aptos hacia el discipulado, mediante un conocimiento y entrenamiento adicional que permita al probacionista el nivel requerido para alcanzar un contacto real con el Maestro.

Siguiendo esta iniciativa, hubo una respuesta positiva a este llamamiento por parte de estudiantes esotéricos que resonaron con éste, dando como resultado inicial la formación de dos grupos de trabajo en Colombia, uno de 13 personas, que funciona desde hace tres años y otro de 17, que está activo desde hace uno y con los cuales se ha venido desarrollando un trabajo espiritual,  en reuniones presenciales que se llevan a cabo cada veinte días y en los que los asistentes reciben una enseñanza especial impartida por este instructor. 

Algunos de ellos han hecho ya su petición de probacionismo y han sido aceptados en tanto que otros, habiendo hollado el sendero de probación con anterioridad, han solicitado su admisión en el discipulado y están en período de formación y a la espera de ser aceptados directamente por el Maestro. Adicionalmente a este trabajo presencial se ha diseminado material de estudio con algunas pautas importantes mediante este blog, recibiendo respuesta positiva desde varios lugares del planeta.

El Hermano Mayor o Maestro de cuya escuela  interna  estos grupos son una expresión, está al tanto del trabajo emprendido y nos ha brindado todo su apoyo. Este Sublime Ser es un miembro de la Jerarquía o Logia Blanca quien luego de trabajar arduamente como uno de los instructores de una de la Ordenes  de Misterios Mayores fue ascendido como miembro del Consejo Central o Consejo Superior en el que trabajan Iniciados de las Doce escuelas de Misterios que dirigen la evolución del Esquema del Planeta Tierra.


 Ha sido además un investigador de la Vida de otros Esquemas planetarios y de los siete sistemas solares Hermanos con los cuales estamos relacionados. De hecho este Hermano Mayor vino como un cooperador de los encargados de fundar la Jerarquía al final de la Epoca Lemúrica y decidió participar activamente en el Esquema de la Tierra durante todo este tiempo. En la actualidad trabaja en un proyecto especial para el desarrollo de la futura sexta raza de la Gran Raza  o Epoca Aria, desde un templo que recientemente fue reabierto en los planos sutiles que interpenetran a la ciudad de Praga (Rep. Checa). Igualmente tiene a su cargo el proyecto de las nuevas escuelas de formación para el discipulado con las que este servidor ha decidido solidarizarse mediante este trabajo de diseminación de lo que fue su instrucción esotérica y que ahora puede ser dada al mundo, después de tantos años. Por ser  el Maestro un Instructor de tan alto grado, su enseñanza abarca métodos de todos los siete rayos y acepta igualmente discípulos de todos los rayos, guiando a cada cual según corresponda. He de aclarar que este Gran Iniciado no es ninguno de los mencionados en la amplia literatura esotérica.

Ha llegado el momento de establecer nuevas y verdaderas escuelas esotéricas siguiendo la nota clave del discipulado. Las escuelas esotéricas van apareciendo como respuesta a la demanda de la humanidad y cuando un nuevo desarrollo es requerido aparece la instrucción necesaria para llevar al aspirante a un nivel superior al alcanzado. Siguiendo la Ley de Evolución que sucede a la precipitación de la Consciencia Universal en la Creación, lo esotérico se va haciendo paulatinamente exotérico y los nuevos delineamientos son trazados por los discípulos de los Maestros encargados de establecer el nuevo orden mundial. Las actuales escuelas verdaderamente esotéricas, de las cuales hay muy pocas, deben renovarse, abandonando todo aquello que no sea trascendental y compatible con el nivel actual de la humanidad en curso y mantener siempre una visión práctica y clara del entrenamiento esotérico, lejos de tendencias teológicas dogmáticas y separatistas.
El llamado mundo occidental aun no ha visto nacer Maestros de la talla de grandes instructores iluminados como Joshua Ben Miryam, Sankara, Babaji, Vivekananda, Patanjali, Ramakrishna, Ramana Maharshi, Jiddu Krishnamurthi, Yogananda, Sri Aurobindo y Madre, Abraham, Shimon bar Yojai, Baal Shem Tov, Yalal ad-Din Muhammad Rumi, Al Ghazali, Lao Tze, Confucio, Basílides, Valentín, entre otros.

Muchas de las enseñanzas de estos instructores y algunos de ellos vinieron a occidente y dieron lugar a filiales de sus escuelas o fueron copiadas y maquilladas por algunos pretendidos iniciados que luego rechazaron enfáticamente todo conocimiento venido de oriente para impedir que sus seguidores se dieran cuenta del plagio. Muy rara vez ha surgido un iluminado en el mundo occidental y si lo ha habido ha pasado francamente de incógnito. La mayoría de los verdaderos discípulos de occidente lo han sido de los Grandes Instructores de oriente o han sido instruidos por Maestros desencarnados y suelen estar fuera de las llamadas escuelas esotéricas. Muchos han pretendido y pretenden ser iluminados, enviados especiales, contactados, avatares y hasta Cristos, pero han caído por su propio peso resultando ser un completo fraude y arrastrando en pos de sí a muchos incautos llevados por su propio ego, aún hasta la locura y la muerte. Las más de tres mil sectas americanas que a diario atrapan mentes sin claridad son prueba evidente de ello.

No obstante, poco a poco irán apareciendo nuevos instructores con un amplio y verdadero conocimiento de la naturaleza humana, discípulos reales de Maestros que les han contactado e instruido y que son los formadores de los nuevos grupos de discipulado, cuya enseñanza, basada en los más elevados ideales, compatible con una vida virtuosa y de servicio amoroso, resuena con el corazón de los aspirantes a nivel intuitivo y con los niveles profundos de la mente, debido a la claridad del conocimiento el cual ya no está basado en el misterio sino en la explicación abierta y diáfana. En estas escuelas discipulares que se convertirán en poco tiempo en verdaderas escuelas de Iniciación, los discípulos convocan a los aspirantes preparados, señalando el Camino y recorriendo  con ellos el Sendero.  

Si bien se reciben aspirantes al sendero de Probación, las escuelas que se están formando entrenan a los aspirantes al discipulado y a los discípulos en sus primeros grados para hollar el sendero que los conducirá hacia el Maestro y los capacitará para recorrer la senda de la Iniciación.

En el pasado, las escuelas esotéricas han enfatizado  en normas de pureza física y emocional. Esta purificación no es para nada un indicio de desarrollo espiritual. Simplemente indican que el neófito ha cumplido un simple requisito básico para emprender un trabajo más avanzado ya que el discípulo necesita un tipo especial de vehículos para el intenso trabajo esotérico. Muchos aspirantes se quedaron ahí, presos de la ilusión de ser seres especiales por haber logrado convertirse en vegetarianos o por haber logrado el nivel mínimo de conducta moral apropiada acorde con los mandatos de su escuela o por haber adquirido un mediano conocimiento sesgado por la tendencia teológica del grupo o sintiéndose especiales por manejar cierto tipo de terminología típica de cada escuela.

Este es sin embargo un entrenamiento elemental para principiantes cuyo propósito es el de elevar de alguna manera la vibración etérica  o astral, a veces a expensas de la vitalidad del vehículo físico,  con el fin de que el aspirante se percate de que existen niveles superiores de fuerzas más sutiles de aquellas a las cuales estuvo acostumbrada su personalidad en anteriores encarnaciones.

Los nuevos grupos del discipulado profundizan en trabajos más esotéricos. Si disciplina de entrenamiento capacita  al caminante para funcionar espiritualmente en los mundos físico, astral y mental, para llegar a trabajar como discípulo aceptado en el Ashram o Escuela Interna de su Maestro. Si bien el grupo verdadero es el pendiente de un Maestro de una Orden de Misterios, no se enfatiza en la posibilidad de hacer contacto consciente con éste antes de que el aspirante tenga una personalidad estructurada y coordinada, ni antes de haber hecho un verdadero contacto con su Ser interno. En los nuevos grupos de trabajo nadie ostentará el título de discípulo, de pionero, de heraldo o de avanzado por el simple hecho de haber conocido a un instructor o a sus enseñanzas. El aspirante al discipulado tendrá perfecta claridad en relación con el hecho de que la verdadera iniciación no es una simple bendición dada por el contacto con un instructor externo o la recepción de alguna clave misteriosa o palabra de poder(mantram), sino una experiencia espiritual de despertar de de consciencia que le acerca cada vez más a la percepción de la Unidad Divina en sus aspectos de Consciencia, Conocimiento y Dicha infinitas. 

Cada Iniciación es en verdad una iluminación de orden cada vez mayor, después de la cual el iniciado destila Sabiduría, Amor y Dicha inefables, además de la expresión de los poderes y capacidades propios de cada nivel.


En los grupos actuales del discipulado se insistirá en el conocimiento perfecto de la relación entre la Consciencia Universal, su expresión monádica, el hombre espiritual o Yo Superior y la personalidad o ego inferior. Su primer trabajo espiritual es el de llegar a conocerse plenamente a sí mismo y permitir que cada día actúe más conscientemente como ser espiritual que como personalidad, permitiendo que fluyan la Luz, el Amor y el Poder latentes en el triple aspecto de la Divinidad manifestada a través de su compleja estructura de vehículos, trabajo que tendrá éxito gracias al alineamiento de sus fuerzas físicas, etéricas, astrales y mentales, dado por sus esfuerzos en la concentración, meditación y contemplación, que harán de su mente un foco transparente y sereno que permite la reflección del Ser infinito latente, el cual, al hacer contacto permanente con la máscara de la personalidad, se convertirá en un servidor verdaderamente útil a la humanidad.

El discípulo entrenado en estos nuevos grupos, que son expresiones externas del Grupo Oculto del Maestro, será un canal para su propio ser interior y para la expresión de la consciencia del Hermano Mayor, sin que nunca sea directamente su canal. Un verdadero discípulo jamás será un médium ni un simple mensajero del Maestro. No transmitirá mensajes telepáticos directos ni pretenderá tener mensajes personales del Instructor Interno para cada uno de los miembros del grupo. Si bien el grupo está en contacto directo con La Hermandad o Logia Blanca, la Jerarquía más elevada de los Maestros de la Luz, la instrucción de cada discípulo es responsabilidad de su Maestro y no se da por vía indirecta sino mediante el contacto interior, mediante las diferentes modalidades, de acuerdo con la capacidad que el aspirante va desarrollando en su recorrido por el Sendero y con la calidad del servicio que el discípulo presta a sus semejantes. El Maestro estará siempre al lado del que más sirve y es portador de luz.


 Al discípulo le es revelado en forma gradual y a su debido tiempo el Plan de la Jerarquía, en la medida que se convierte en su colaborador y adquiere el conocimiento que le capacita para influir poderosamente en los acontecimientos mundiales. Es entrenado para el trabajo grupal, logrando el desapego, abandonando con frecuencia sus planes personales egoístas en pro del servicio a la humanidad y a la Jerarquía, sin perder su propia identidad ni incapacitarse para una labor en el mundo como persona.

Los instructores de los nuevos grupos del discipulado restan importancia a la insistencia directa en cuanto a la formación del carácter o al desarrollo de las virtudes que conducen a una vida de pureza, bondad y conducta recta, ya que se considera la aspiración altruista como ya existente o de responsabilidad directa de cada aspirante, lo cual se advierte plenamente a los miembros del grupo. El instructor no es juez de sus condiscípulos pues ya sabe que el contacto con el Maestro es el mejor filtro ya que este no será jamás posible si el futuro discípulo no cumple con las cualidades esencialmente básicas impartidas por las escuelas para estudiantes y principiantes por las que el discípulo ya pasó en el pasado. Si el contacto directo demora, el neófito sabrá por sí mismo que ha pretendido saltarse estos requisitos básicos y deberá replantear su entrenamiento mediante auto observación consciente. El instructor dará importancia al trabajo mental y procurará que cada condiscípulo se muestre inteligente, intuitivo, análítico y perseverante pero lejos de toda crítica, sin descuidar para nada el lado del corazón, el poder intuitivo y la expresión cada vez más elevada del Amor expresado como Altruismo y no como vana pasión o apego. Los nuevos discípulos, lejos de ser humanos aislados, trabajan primordialmente en función del grupo, proyectándose a toda la humanidad, pues serán preparados paulatinamente a través del Sendero de Iniciación para convertirse en Maestros de Sabiduría capaces de relevar de su misión a algún miembro de la Jerarquía que se retirará para hacer algún trabajo de orden más elevado.

 El discípulo aprende a trabajar completamente desde niveles espirituales centrando su consciencia en el Ser Unico y en el Grupo Interno o Ashram del Maestro. Los mundos del desenvolvimiento humano, el físico, el astral y el mental se convierten en su campo de servicio y su personalidad queda definida como aquella compleja estructura a través de la cual su alma sirve a la Totalidad, a la humanidad y al Plan. Su tarea más noble consiste en elevar el nivel de despertar de consciencia de la humanidad, obviamente después de haber despertado la suya propia, empleando a plena consciencia su mente entrenada en la ausencia de pensamiento ordinario, recurrencia a la memoria, influencia astral, oscilación en el tiempo y fluctuación en el vaivén de la dualidad, e igualmente su naturaleza emocional equilibrada, disciplinada mas no reprimida y una actitud receptiva. Vive como un humano entre los humanos sin ser doblegado por el mundo y es a la vez un trabajador consciente de la Jerarquía. Estos discípulos a quienes ha sido confiada la voluntaria y noble tarea de fundar los nuevos Grupos de discipulado para el nuevo orden son los llamados discípulos mundiales y su alta irradiación de gran potencia influye en el mundo ordinario y también en el mundo esotérico. Su fuerza tiene el poder de impactar poderosamente a las antiguas escuelas para remover sus cristalizaciones y rescatar de allí a todo aquel que esté preparado para salir de la inercia y tomar las nuevas enseñanzas. También impactan al público en general,  generando nuevas motivaciones y abriendo nuevos caminos para el despertar de la gran masa humana. Es necesario que el buscador diferencie entre el trabajo de los seres bien intencionados que han fundado escuelas esotéricas para novatos, el trabajo del discípulo que aprende a ser instructor y el trabajo de los discípulos mundiales que disuelven los métodos caducos y establecen las nuevas y más adecuadas delineaciones para la instrucción esotérica del nuevo orden mundial propio del avance del proceso evolutivo inherente a la creación precipitada en la dualidad.


Si desde cualquier lugar del mundo te sientes preparado para el trabajo del discipulado, bienvenido seas a estos nuevos grupos.

 Prontamente la irradiación del Maestro que percibe tu luz te guiará hacia el discípulo instructor más cercano. Arriba y hacia adelante, siempre, siempre. Si bien nadie dijo que el trabajo del discipulado era fácil, tampoco es imposible. Cristo, el Divino Instructor irrumpió en el planeta y dejó abierto para todos el Camino de la Iniciación, sin predilecciones y lo sigue haciendo cada año hasta que un número suficiente de discípulos creen una fuerza espiritual suficiente para permitir el correcto cumplimiento del Plan en la Tierra. Bendecido sea todo aquel que  se integre a esta noble tarea .

Bendiciones,

Alipur Karim



lunes, 2 de diciembre de 2013

EL DISCIPULADO: LA ETAPA DECISIVA


A petición de los estudiantes y aspirantes, publico hoy este valioso artículo escrito hace algunos años, cuando comenzó este trabajo de formación de grupos del nuevo orden mundial.






 EL DISCIPULADO: “LA ETAPA DECISIVA”


El sendero del progreso humano a través del que evolucionamos en este Sistema Solar, puede dividirse en dos etapas:

1. Involución: tiempo durante el cual el Espíritu dirige sus energías cósmicas hacia dentro para la construcción de los vehículos de conciencia, destinados a obtener la experiencia de los distintos niveles de energía o mundos en los que se desarrolla. 

2. Evolución: proceso mediante el cual el Ego dirige las energías hacia fuera con el objeto de perfeccionar los vehículos y convertir los poderes divinos latentes en fuerzas dinámicas creadoras.
Durante la Involución el Espíritu progresa inconscientemente, ayudado por las Jerarquías Superiores, las cuales le guían constantemente de la misma forma en que el Espíritu Grupo de una especie animal dirige a todas sus unidades, sin que exista el libre albedrío. Durante la Evolución, el espíritu adquiere la posibilidad de obrar con libertad y de evolucionar conscientemente. Las Jerarquías Superiores le van liberando gradualmente de su influencia de acuerdo con el nivel de aplicación y adaptabilidad.

Las órdenes de Misterios ofrecen a los aspirantes un Sendero con sucesivas y graduales etapas, que buscan emancipar al individuo para llevarlo a desarrollar, en un tiempo más corto que el requerido normalmente, la conciencia necesaria para lograr la liberación de la influencia de las Jerarquías Superiores. Este entrenamiento requiere un trabajo intensivo del aspirante sobre sus tres principales energías cósmicas: Voluntad, Amor e Inteligencia Creadora. Algunas escuelas de Sabiduría Occidental, como la Rosacruz, por ejemplo, dividen este sendero en siete pasos: estudiantado preliminar, estudiantado regular, Probacionismo, Discipulado, Hermano Lego, Adepto y Hermano Mayor. Las dos primeras etapas son de preparación intelectual y adaptación mediante el estudio y el desarrollo de nuevos hábitos de vida, basados en principios universales

El Probacionismo es un paso durante el cual el caminante del sendero toma la decisión de cambiar definitivamente de vida, para ser totalmente consecuente con aquello que ha estudiado. Para el aspirante es una etapa de gran conflicto entre su Yo Real, que trata de vivir armoniosamente con el Cosmos; y su yo inferior, que insiste en vivir una vida de ilusión y satisfacción de los sentidos y pasiones. El discipulado es la etapa decisiva en la que el aspirante toma real contacto consciente con un Hermano Mayor, Maestro miembro de la Hermandad Blanca o Jerarquía Oculta y comienza su verdadera expansión de conciencia a través de las llamadas Iniciaciones, que no son otra cosa que grados sucesivos del proceso de desarrollo espiritual. Los grados de Hermano Lego, Adepto y Hermano Mayor, son los peldaños altos del perfeccionamiento e incluyen numerosas iniciaciones de gran avance que llevan al individuo a conectarse con la conciencia cósmica y a desarrollar las facultades necesarias para convertir los poderes divinos latentes en verdaderas fuerzas creadoras activas, haciendo del Ego un colaborador y cocreador del Esquema evolutivo. En esta ocasión trataremos explícitamente, aunque con la brevedad que permite este espacio, acerca del Discipulado.

Después de haber pasado por las etapas del estudiantado y de llevar a término y en forma real el paso del probacionismo, el caminante del Sendero puede aspirar a convertirse en un discípulo. Existen dos métodos diferentes a seguir, dependiendo de si el individuo se encuentra en el sendero de la Involución o en el de la Evolución. En el primer caso, un Maestro, probablemente encarnado, encontrará al aspirante y le tomará como su alumno haciendo que siga fielmente sus indicaciones. Muy seguramente le indicará métodos involutivos que con frecuencia se encuentran en las escuelas orientales. En el caso de que el discípulo alcance, mediante su entrenamiento, el arco ascendente de la evolución, le guiará hacia otro Maestro de una Orden apropiada. El Maestro puede aparecer directamente en su cuerpo físico o en su cuerpo etérico y guiarlo para que lo halle en el lugar donde habita en el mundo físico. En el segundo caso, un Hermano Mayor de una Orden de Misterios, con enseñanzas de la Sabiduría occidental apropiadas para todo aquel que se encuentre en el sendero de la Evolución propiamente dicho, buscará al aspirante, le preparará previamente a través del sueño o por vía de la Intuición durante algún tiempo y luego, aparecerá al aspirante en su cuerpo etérico para darle algunas pautas de trabajo. En este caso no le invitará a seguirle fielmente sino a desarrollar la capacidad de ser altamente confiado en sí mismo. Nótese que en los dos casos, en los dos tipos de escuelas, es el Maestro quien busca al aspirante cuando éste se encuentre preparado y no al contrario. Los requisitos para entrar en el sendero del discipulado son estrictos y no se acepta a nadie 
que no esté capacitado.

Los Maestros se toman todo el tiempo necesario para asegurarse de que el candidato es el adecuado. Para tal efecto, una vez que el individuo ha presentado su solicitud, de acuerdo con las normas de la escuela a la que pertenezca, una copia exacta de su Cuerpo de Deseos es construida por el Maestro e incluida dentro de su propia aura, de tal manera que pueda observarla permanentemente. Tal copia tiene la propiedad de modificarse en la misma medida que las emociones del candidato, de tal suerte que cualquier tipo de emoción contraria a las cualidades deseadas será notada de inmediato por le Hermano Mayor, así como también lo serán las virtudes desarrolladas y los nobles sentimientos e intenciones. Además, una que otra vez, el Maestro visitará personalmente a su candidato en forma secreta y observará su conducta en el ambiente en el que se desenvuelve. Debido a este necesario procedimiento de selección, el aspirante no recibe una respuesta inmediata a su solicitud y solamente la recibirá si es seleccionado como un candidato apto para ser admitido al discipulado. Pero aún antes de obtener una respuesta definitiva deberá enfrentar una última prueba, la cual será escogida de acuerdo con los puntos más débiles del probacionista. Después de pasar la prueba recibirá una señal de aceptación a través del sueño, de la intuición o de algún discípulo aceptado que pueda hacerlo. En muy raras ocasiones esta primera señal es dada directamente por el Maestro, a menos que en anteriores encarnaciones, o en esta, se hayan despertado correctamente facultades superiores que permitan establecer el contacto. En la mayoría de los casos es necesario preparar al aspirante para que pueda contactar con el Maestro y para tal efecto éste dará a conocer a su discípulo un ejercicio adecuado que le permita obtener plena conciencia en el Mundo del Deseo. Este ejercicio estará adecuado para cada individuo en particular y no servirá para otros, por lo que deberá ser mantenido en secreto y estará dirigido a separar los éteres superiores de los inferiores en su cuerpo Vital, los cuales se encuentran firmemente conectados en cinco puntos especiales del vehículo etérico. Tal separación de éteres es la que hace posible obtener percepción y memoria constantes en el mundo del Deseo. Si el aspirante no ha desarrollado ninguna facultad que permita un contacto inicial directo, el ejercicio le será comunicado por alguna de las vías mencionadas para recibir la primera señal de aceptación.

Nadie debe desesperarse por no recibir una respuesta. Si ésta no llega después de cierto tiempo, será señal de que no se han cumplido todos los requisitos necesarios y el individuo deberá revisar sus métodos de autoevaluación, con el fin de detectar donde ha fallado. Todas las solicitudes serán tenidas en cuenta, pues el trabajo en los mundos sutiles es mucho y los Maestros están necesitando mucha ayuda. Solo que ésta debe ser calificada en alto grado.

Muy a menudo se cree que un discípulo es una persona privilegiada y bonachona que goza de la protección de un Maestro y recibe una afortunada educación de su parte. En realidad un discípulo es un trabajador incansable y altamente eficiente en el servicio desinteresado y amoroso por la humanidad y por los reinos compañeros, así como un gran colaborador de los Hermanos Mayores y de la Divinidad, en la compleja tarea de la Evolución. Es además un ser que manifiesta activa y alegremente Luz, Armonía, Verdad, Bondad, Belleza, Justicia y Libertad en todas sus acciones y en sus relaciones con los demás. Para lograr tal conquista debe vivir la vida plenamente, haciendo un correcto uso de su voluntad, la cual se educa a partir de la disciplina no represiva, ni dogmática; debe igualmente dejar fluir hacia los demás la energía del Amor, a través de la práctica constante del servicio desinteresado y poner en ejercicio sus facultades creadoras, educando su mente a través del estudio sistemático y permitiendo que sus más grandes ideas sean puestas en acción permanente y eficiente.

El probacionista que aspire a ser un verdadero discípulo debe desarrollar ciertas cualidades antes de pretender ser aceptado. Entre ellas tenemos:

1. El anhelo y la práctica del servicio de forma permanente, sin deseo de beneficio personal.

2. Un verdadero deseo de sabiduría, expresado como una necesidad para el servicio y no como vana curiosidad intelectual.

3. Un alto grado de valor para enfrentar las dificultades, comprendiendo que son vías de aprendizaje, de las cuales se obtienen valiosos beneficios espirituales.

4. Deseo verdadero de conquista de su naturaleza inferior en aras de la superior.

5. El discernimiento necesario para saber en todo instante diferenciar lo correcto de lo incorrecto, basado en la aplicación del conocimiento espiritual y la guía de la intuición real.

6. Sentido de universalidad. Esta cualidad nos permite incluir en nuestra conciencia a todo lo existente para vivir en perfecta armonía con el Cosmos, eliminando las barreras familiares, nacionales, raciales, grupales y sociales. Comprendiendo, además, que los otros reinos forman parte de la Vida Una junto con nosotros y que esencialmente son Vida Divina en evolución.

7. Amor por todo aquello que sea verdadero, bueno y bello, manifestado en sus palabras, pensamientos y acciones de la vida diaria.

8. Ritmo y regularidad en su estudio, práctica de concentración, oración, meditación y disciplina.

9. Perseverancia. Nunca dejar de intentar y mantenerse hacia arriba y hacia delante siempre.

10. Economía sin mezquindad en el manejo de sus bienes, recursos y energías. No despilfarrar aquello que ha conquistado o que le ha sido encomendado.

11. Capacidad de perdonar verdaderamente, sin albergar resentimientos ni recuerdos amargos.

12. Control y pureza de pensamiento a través de la autoobservación y la meditación.

13. Inofensividad hacia todos los seres. Esto hace al aspirante sereno, pacífico y moderado.

14. Puntualidad. Respeto por el tiempo propio y ajeno. Cumplimiento de sus promesas.

15. Observación atenta de la realidad desde el punto de vista de lo esencial con el objeto de obtener en forma directa la máxima experiencia posible. Estar en atención permanente.
16. Deseo vehemente de mejorar el nivel actual y mejorar la vida constantemente.

17. Indiferencia hacia los fracasos y triunfos para no cristalizarse, cayendo en el desánimo o en el conformismo.

18. Alegría constante a pesar de las dificultades. La expresión quejumbrosa es sinónima de rebeldía ante la Divinidad. La jovialidad permanente es una muestra de comprensión de la inteligencia Divina que siempre trabaja para el bien.

No sobra reiterar aquí que el aspirante debe estar lejos de cualquier vicio tal como el tabaquismo, el alcoholismo, la drogadicción, etc. así como de la práctica sexual excesiva, la música desequilibrada y el carnivorismo excesivo; costumbres todas que deben haber sido abolidas durante el probacionismo. Adicionalmente, el candidato debe estar libre de soberbia (presunción, ambición, vanidad, jactancia, ostentación e hipocresía), lujuria, envidia (junto con sus acólitos: mentira, chismorreo, murmuración y calumnia), pereza, codicia, gula, deseo de agresión y destrucción y espíritu separatista.

Además de las cualidades a desarrollar, una vez que se ha percibido la señal de haber sido seleccionado apto para el discipulado y de ser posible antes de esto, el candidato deberá cumplir ciertas tareas de cooperación con el Plan evolutivo, tales como la difusión de las enseñanzas de la Sabiduría, tanto con el ejemplo como a través de la palabra hablada y escrita, y la ayuda a las fraternidades, centros y grupos que trabajen en una labor de guía espiritual.
Después de la aceptación viene un período de preparación de intenso trabajo donde una labor específica es encomendada al Discípulo principiante, el cual coloca en ella toda la fuerza de su mente y de sus emociones, dedicando toda su vida a la labor del Maestro. Su entrenamiento continúa con el desarrollo de la solemnidad, un acrecentamiento de la nobleza, el despertar del entusiasmo espiritual, una expansión de la virtud de la compasión, el desarrollo de la intuición que lo lleva al conocimiento directo, la formación de grupos de estudio y la creación de proyectos de servicio. Poco después cultiva el desinterés total, la inofensividad hacia toda forma de vida, la alineación con la Voluntad Divina, la creatividad continua en todos los campos, la direccionalidad o facultad de concentrar todas sus energías para realizar una tarea perfectamente conocida, la síntesis o capacidad de reconocer la unidad y universalidad de todo conocimiento.



De aquí en adelante, la vida del Discípulo es un sendero espiritual permanente con abnegación y compromiso total, emprendida con audacia y coraje pero en medio de una gran sencillez, cualidad que caracteriza al aspirante a la Maestría. La mente del discípulo entra en contacto con el mundo arquetípico y todas sus labores se hacen siempre en concordancia con el plan divino. A estas alturas el discípulo ya es capaz de funcionar totalmente consciente en el Mundo del Deseo y más adelante en el Mundo del Pensamiento, facultades que lo capacitan para entrar en contacto con la Hermandad Blanca o Jerarquía y comenzar el trabajo de las Iniciaciones a través de las cuales llegará un día a las más altas etapas del sendero. Un Discípulo es una persona que manifiesta permanentemente una gran Voluntad, un Amor extraordinario, que le dota de un magnetismo capaz de atraer y transformar a muchas personas a su alrededor y una inteligencia creadora a través de la cual da frutos interesantes al mundo para gran beneficio de la humanidad. Un Discípulo no es meramente un charlatán, un sabihondo repetidor de textos y doctrinas, sino una persona de gran sabiduría y generosidad que se da ampliamente al mundo, sin pedir nada para sí que no sea la oportunidad de servir.

Si un probacionista aspira al discipulado hará bien en autoevaluarse y considerar si ha desarrollado las cualidades necesarias para ser aceptado antes de pretender hacer siquiera una solicitud, pues no hay manera de engañar al Maestro. La tarea es difícil pero no imposible y una vez lograda la expansión de conciencia se abre para el Discípulo un panorama más amplio y extraordinario a través del cual logrará encontrar el camino de la liberación definitiva del sufrimiento. Será entonces un individuo con una conciencia multidimensional y capaz de servir realmente a la humanidad. La satisfacción espiritual sentida es muy grande y llena el corazón con el gozo de Cristo. ¡Adelante Probacionistas del mundo, el discipulado está abierto para todos! ¡Arriba y hacia delante siempre, siempre!


Alipur Karim.

lunes, 25 de noviembre de 2013


EL SUFRIMIENTO:
UNA TORTURA DE LA MENTE

                  


Una de las características de la humanidad presente parece ser el sufrimiento. Este estado se asocia directamente al dolor físico o emocional. El primero aparece como resultado de un daño funcional o estructural del cuerpo, ya sea por agresión, accidente o enfermedad. El segundo, del que nos ocuparemos en este capítulo, se presenta cuando no hay una plena aceptación de la realidad.

Sufrimos por causas diversas: si las cosas no resultan según lo planeado, porque las personas no son como deseáramos que fueran, por los acontecimientos mundiales en crisis, si otros sufren, porque somos diferentes de otros, por temor al futuro etcétera. Cualquier cosa que rompa el estado de tranquilidad nos genera una incomodidad tortuosa, y nos aleja del esquema de la felicidad.

Pero, ¿en realidad los acontecimientos son los que generan el sufrimiento? Desde luego que no. Los hechos y las cosas se dan y están, en el lugar correcto, y de la manera correcta. No son ni buenos ni malos, simplemente son. La tortura se genera por la resistencia a que suceda lo que el Universo está permitiendo que ocurra. El sufrimiento se da porque el hombre espera que ocurra algo diferente a la realidad, y esto es debido a nuestra mala costumbre de hacer planes, de idealizar, de adelantarnos al futuro y además, en soberbia actitud, de creer que las cosas se darán exactamente como las pensamos. 

Hemos sido adiestrados desde niños para confiar en que podemos hacer todo lo que se nos antoje. Se nos ha enseñado a soñar y a tener fe en que nuestros planes se realizarán fácilmente, en el tiempo y lugar calculados por nuestra mente. Pero poco a poco la vida se encarga de mostrarnos que las cosas no suelen salir como las planeamos. Entonces, el soñador experimenta un sentimiento de frustración, que le conduce a un dolor psicológico. Se entristece, se deprime, se enoja a veces, se rebela, se resiente contra la vida o contra Dios, se amarga, se resiste a aceptar la realidad. Ese estado es el sufrimiento. Bajo esta condición, el ser humano se cree víctima de las circunstancias, de un destino implacable, de una injusticia. Muchas de las veces trata de encontrar un culpable o de culparse a sí mismo. Por todos los medios posibles su mente se resiste a aceptar lo que ocurre. Con gran soberbia, cree que, en su caso personal, ha habido un error que fue pasado por alto por la Inteligencia Universal. Muchas veces acude a la súplica, a la oración, como medio de que se subsane la falla, intentando que las circunstancias cambien milagrosamente. Muy pocos aceptan la realidad en forma inmediata, lo cual sería lo más sensato.

El sufrimiento es un estado de la mente, una actitud de rebeldía, de negación, de no aceptación, de soberbia, frente a una realidad precipitada por la Divina Inteligencia. Lo más cuerdo sería reconocer que no hay error y que lo que ha sucedido es lo correcto. Si tuviéramos siempre esta visión, aprenderíamos muchas cosas acerca de los ciclos cósmicos, y de la ley de causa y efecto, y no habría sufrimiento. Pero el ser humano hace cientos de planes, tiene miles de anhelos, sin contar con la multiplicidad de fuerzas que son necesarias para la precipitación de un acontecimiento dado. 

Constantemente sufre porque se ve frustrado en sus intentos por controlar la sucesión de los hechos; padece si no puede dirigir a la naturaleza, se aflige por no poder controlar las vidas de los demás o porque los demás sufren. Y además, no contento con atormentarse por el presente, al tener la experiencia de varias frustraciones, se llena de miedos hacia el futuro y sufre adicionalmente por ello. Y como si fuera poco, al recordar aquellos eventos fallidos, que aún no digiere, se atormenta por el pasado, creando una cadena de amarguras, que finalmente le hacen creer que el sufrimiento hace parte de la vida humana, y que es alguna especie de castigo divino, por pretender algo de lo cual no es merecedor, o comienza a pensar que la justicia divina no existe, y entra en crisis existencial.

Pero, no es tan fácil dejar de sufrir por el mero hecho de adquirir la comprensión intelectual de que todo está bien. Lo que sucede es que menospreciamos el poder del condicionamiento al que hemos sido sometidos desde el nacimiento. Nuestros archivos están  llenos de planes, de imágenes visualizadas, de deseos por satisfacer, de idealizaciones, de conquistas y quimeras, y de las órdenes a ser ejecutadas al respecto.

No quiere decir lo anterior que no nos sea dado soñar. Hemos adquirido la facultad de hacerlo y esto de hecho no es un error. Lo incorrecto es tomar esa actitud soberbia que nos hace creer que somos unos expertos en manejar los ciclos y fuerzas cósmicas, para controlar los sucesos. Lo inexacto es suponer que nuestra inteligencia manifestada pueda ser superior a la Inteligencia Universal. En realidad podemos seguir soñando, si así lo deseamos, pero con una actitud diferente. Los sueños, los anhelos, las visualizaciones, son semillas de futuros acontecimientos, pero hemos de aprender que así como las semillas necesitan de ciclos de desarrollo, de una tierra que las sustente, de la calidad del terreno, del clima y otras condiciones de la naturaleza, nuestros sueños requieren de ciertas condiciones especiales y de algunas fuerzas para su precipitación, que aún desconocemos o no controlamos. El hombre puede fantasear lo que quiera, pero nadie le garantiza la realización exacta de sus sueños programados, para un tiempo específico, por el mero hecho de hacerlo.

No obstante, el sufrimiento no puede considerarse como un error, pues todo en la vida tiene un sentido, un objetivo práctico. Recordemos que el dolor es uno de nuestros tres caminos de aprendizaje. El que sufre quebranta su soberbia, templa su alma, y finalmente comprende que la sabia Vida Una tenía razón, y que todo ha ocurrido de la manera correcta, para su propio bien. El que se atormenta aprende muchas cosas en medio de su penuria mental. Se hace sensible, como una cuerda que se templa para ser utilizada como fuente sonora, y aprende a mirar otras opciones, cuando la vida se opone a sus propósitos.

Uno de los mayores obstáculos para la aceptación de una realidad, que frustra un plan, es el vicio mental de compararnos con otros. Casi siempre, debido a esta mala costumbre, surge en el que sufre la pregunta: ¿Por qué a mí? ¿Qué hice yo o qué hizo aquel para merecer esta suerte? La mente se tortura a sí misma, creyendo que si hubiera una respuesta satisfactoria, la amargura cesaría de inmediato. Pero casi nunca una mente soberbia obtiene esa respuesta, la cual de hecho existe, pero tal vez lejos del alcance de quien no comprende los complejos caminos de la Inteligencia Universal. 

La resistencia frente a la realidad da lugar a un estado de tensión del sistema nervioso, el cual bloquea la capacidad para comprender claramente. La aceptación, en cambio, relaja la mente, y permite observar notoriamente aquello que la naturaleza desea enseñarnos, o de lo que quiere protegernos al impedir la realización de nuestros deseos.

La Vida Universal suele prevenirnos acerca de ciertos caminos que no son los mejores para nosotros. Con frecuencia nos avisa mediante pequeños obstáculos, los cuales van impidiendo el fluir de las cosas debidamente, pero solemos estar muy empecinados y tan enfocados en la meta propuesta, que no percibimos otra cosa que lo que queremos ver, y malinterpretamos las señales. También la Inteligencia Universal nos avisa si una experiencia está en nuestro esquema de probabilidades, mediante indicaciones claras que permiten obtener las cosas con cierta fluidez, lo cual no significa que no haya que hacer ningún esfuerzo, pues todo crecimiento requiere una inversión de energía. Pero, del mismo modo, solemos dejar pasar las oportunidades y nos enfocamos en otros senderos. Es necesario estar atentos a lo que sucede delante de nosotros, y usar nuestra capacidad de lectura, subconsciente e intuitiva, para captar el mensaje de la naturaleza. Si el agua fluye, no importa si lo hace rápidamente o con lentitud, va en la dirección correcta. Cuado ésta se detiene completamente, se descompone. Frente a los obstáculos, el agua no se complica. Intenta superarlos aumentando su nivel, pero si nota que esto es muy difícil, da un rodeo y varía la dirección de la corriente. Mediante este método llega a su destino. Las barreras aparecen en nuestro camino por una razón valedera. Quizás  nos muestran que aún no estamos capacitados para seguir un sendero con cierto grado de dificultad, y que es necesario un entrenamiento previo. A veces nos enseñan que definitivamente esa no es nuestra ruta. No obstante, nuestra terquedad nos incita a derribar todo impedimento, porque creemos que la vida nos desafía, y seguramente lo lograremos, pero a costa de sacrificios extremos, y del dolor que la naturaleza trataba de evitarnos. Es aquí cuando ingresamos en el sendero del sufrimiento, el cual es una de nuestras más complicadas opciones.

No hay que confundir esfuerzo con sufrimiento. En el primero, trabajamos con alegría y obtenemos una gran satisfacción, aunque podamos sentirnos cansados en un momento dado y sean necesarias etapas de reposo. En el segundo, hay dolor, inconformidad y resignación, más que aceptación. Si las cosas fluyen debidamente, y se obtienen resultados que nos permiten crecer, bien vale la pena el esfuerzo. Pero si a pesar de los esfuerzos vemos que el fluir se detiene, es hora de cambiar de ruta.

Es útil revisar nuestra vida para ver si estamos transitando caminos de sufrimiento, o si nos estamos empecinando en algo que nos pueda conducir a alguno de estos senderos, para ver si sería práctico cambiar de ruta, o de actitud, rompiendo la resistencia frente a la realidad. Hemos de ser capaces de ser felices con lo que la vida nos ofrece diariamente. Todas las oportunidades necesarias para el desarrollo del plan original, con el total de sus probabilidades, estarán siempre en inmediata disponibilidad, y las podremos ver fácilmente si estamos atentos. El destino no es un juego de ponerle la cola al burro. Es el resultado de una interacción inteligente entre la Vida Una y la vida manifestada, en este caso la nuestra. No implica sufrimiento, si no lo deseamos, pero es también una de nuestras opciones, si nos empecinamos en ir en contravía al natural fluir, o si nos paralizamos, sin tomar decisiones.

Alipur Karim 




                       


miércoles, 18 de septiembre de 2013


DISCIPULADO No. 12
LA REALIDAD Y EL UNIVERSO


El aspirante al discipulado debe experimentar una nueva forma de cognición, más allá del pensamiento ordinario, cuya base fundamental es la memoria y el condicionamiento. La consciencia debe trascender la fluctuación de la mente en el espacio- tiempo y la dualidad. Para ello es necesario que el estudiante se haga consciente de su actual estado de cognición.
Usualmente aceptamos el hecho de la existencia de un universo que está fuera de nosotros (dualidad) y nos asumimos como entidades individuales separadas, con capacidad de observar este universo. Damos por hecho que nuestra percepción de lo que existe es real y que quien percibe es un yo personal.
El supuesto yo personal, eso que tú crees que eres, usa instrumentos especiales para percibir, a los cuales llamamos órganos de los sentidos, agrupados en cinco sistemas: sistema táctil, sistema olfativo, sistema gustativo, sistema visual y sistema auditivo. Todos ellos están conectados al cerebro. A través de ellos, el organismo viviente capta informaciones del entorno, denominadas percepciones. Dichas informaciones son de carácter vibracional. El ojo capta fotones cargados de bits de fuerza electromagnética que viajan desde la retina hacia la parte posterior del cerebro a través del nervio óptico. Esto nos da la cognición de la luz. El oído, a través del tímpano capta las pulsaciones del aire respondiendo a ellas con vibración de esta delicada membrana. Esta vibración estimula los nervios generando impulsos eléctricos que viajan a través del nervio auditivo a una zona particular del cerebro. Esto da como resultado nuestra cognición del sonido. El tacto, a través de la piel principalmente, capta diferencias en el nivel o velocidad de vibración que, convertidos en impulsos eléctricos, viajan vía los nervios sensoriales hacia el cerebro y nos dan la cognición de lo que llamamos texturas, formas, variaciones de temperatura, presión, dolor o diferencias de densidad  entre otras.

   Para recibir un sabor se necesita el estimulo de las células receptoras del gusto o corpúsculos gustativos, ubicados en la lengua. Los corpúsculos gustativos son los receptores del sabor y están ubicados alrededor de las papilas gustativas. El corpúsculo gustativo estimulado inicia un impulso nervioso que es conducido por las terminaciones sensitivas hasta los nervios facial, vago y glosofaríngeo; y a través de ellos va a la médula espinal, el tálamo y de allí al cerebro, donde en el lóbulo parietal de la corteza, se emite como respuesta la cognición de sensación gustativa.

El olfato es el sentido encargado de captar los olores. Las sustancias odorantes que estimulan la mucosa olfatoria son sustancias químicas volátiles transportadas por el aire. Estas sustancias químicas son simplemente vibraciones específicas. La mucosa olfatoria estimulada por estas partículas convierte el estímulo en impulso nervioso, el cual viaja hacia el bulbo olfatorio, el sistema límbico, el hipotálamo y finalmente hacia la corteza cerebral donde de hace consciente como percepción olfativa o sabor.
 Los cinco sentidos nos permiten tener percepciones simplemente. Las percepciones son procesadas y son convertidas en sensaciones, en el interior de nuestro cerebro. Para entender esas sensaciones usamos  la mente. En general, se piensa en la mente como algo localizado en algún lugar de la cabeza que nos permite ser conscientes, pero recientes hallazgos  sugieren que la mente no reside necesariamente en el cerebro sino que viaja por todo el cuerpo en caravanas de hormonas y enzimas, ocupada en dar sentido a esas complejas percepciones que recibimos de los sentidos. Mente y  materia, proceso y estructura, están inseparablemente conectados.  
La interpretación de las percepciones sensoriales da lugar literalmente a ese conjunto de imágenes, nombres, formas y características o cualidades particulares que denominamos objetos. Estas interpretaciones se archivan como información en el cerebro y constituyen la memoría. Todo eso ocurre siempre en lo que llamamos nuestro interior, esa simbiosis entre mente y cuerpo. Allí, en ese mundo mental es donde realmente alumbramos el universo que creemos que existe fuera de nosotros. En lo que llamamos afuera, más allá de nuestra piel, solo existe eso que llamamos vibraciones. En realidad no hay allí nada como los objetos o los seres. Todas esas percepciones interpretadas son meras conceptualizaciones que han dado lugar a una cosmovisión o visión mental particular del cosmos, lo cual equivale a decir, aunque parezca chocante, que no hay allí afuera un universo como el que creemos que existe. De hecho, ni siquiera las vibraciones percibidas por los sentidos llegan a la mente como tales sino transformadas en impulsos nerviosos que no son otra cosa que corrientes electroquímicomagnéticas, a partir de las cuales nuestra mente construye su propia deformación de la realidad, eso que los antiguos sabios denominaron Maya.

Esta mente ordinaria es en realidad el pensamiento convencional. El conjunto de sus observaciones es la memoria y contiene registros de nuestra experiencia, palabra a la que le hemos dado un gran valor pero que no es otra cosa que nuestra propia versión interpretativa y subjetiva de una realidad que no somos incapaces de percibir por este medio mental.
El yo ordinario resulta ser una sumatoria de experiencias subjetivas creadas por la actividad cerebral y el pensamiento convencional con el fin de crear un sistema de referencia para la conducta. La mayoría de los seres humanos no experimentan casi nunca ninguna otra forma de consciencia, así que cuando creen percibir  a su alrededor el universo, el cual confunden con la realidad, solo están viendo sus propias mentes.
En realidad solo tenemos nuestras percepciones, esas sensaciones de un fugaz e ilusorio presente que rápidamente se convierte en pasado. La ilusión del presente es creada por la mente porque en realidad no lo podemos percibir más allá del silencio mental. Las sensaciones que interpretamos son variaciones codificadas de las vibraciones percibidas, las cuales han viajado a desde el aparente emisor externo hasta el órgano de percepción, algunas a la velocidad de la luz, otras a la velocidad del sonido y las más cercanas, finalmente a la velocidad del impulso nervioso. Para cuando llegan al cerebro ya ha transcurrido algún tiempo desde la perspectiva de la mente acostumbrada a medir los cambios mediante esa figura, es decir, ya el presente se ha fugado y la percepción consciente corresponde a algo que ya ha sucedido. Literalmente, no percibimos el presente sino el pasado, lo cual representa una paradoja interesante.
Pero en realidad el tiempo es también una invención de la mente. Es solo un proceso mental adaptado para percibir los cambios de eso que llamamos universo. La física relativista de Lorentz y de Eistein han demostrado que, lejos de ser una constante, el tiempo es relativo y depende por entero de la velocidad de desplazamiento. A la velocidad de la luz los relojes se detienen por completo, es decir no existe el tiempo. Todos hemos sin duda vivenciado las variaciones de la sensación del paso del tiempo según nuestro estado emocional. En los momentos placenteros el tiempo parece volar en tanto que en los momentos que consideramos difíciles el tiempo parece detenerse. Igual sucede con el paso de los años. Lo que en la infancia parecía un tiempo muy largo ahora se escurre en un santiamén. No obstante, la tierra sigue girando a la misma velocidad sobre sí misma y alrededor del sol, lo cual haría los días y los años de igual duración independientemente de nuestras sensaciones.


La ilusión del tiempo es hija de la ilusión del espacio, la cual a la vez surge de nuestra manía de creer que existen cosas separadas. La física cuántica ha hecho incontables experimentos que demuestran que el espacio o distancia no es una realidad para las partículas entrelazadas. Es nuestra percepción la que al poner límites a las vibraciones y llamarlas objetos crea el espacio vacío, desconociendo que haya otras vibraciones no perceptibles para nuestros instrumentos y que conecten lo que creemos desconectado.

 Las últimas investigaciones científicas desconocen tal cosa como un espacio vacío y afirman que eso que llamábamos espacio está vivo de realidad potencial a punto de precipitarse, al ser captada por un perceptor u observador. Tiempo y espacio no tienen realidad independiente fuera de nosotros y son solo procesos del mecanismo de percepción animal. Dicho en términos sencillos, el espacio-tiempo es una creación mental tan irreal como el universo externo que alumbramos en el interior de nuestra cabeza.

 Tiempo y espacio son creaciones de adaptación de la mente al interpretar las percepciones de la realidad. No hay un mundo interior que nos pertenezca y un mundo exterior para ser examinado. El observador y lo observado son la misma cosa.El universo real es vibración infinita e ilimitada, es una unidad perfecta, sin fragmentos, sin espacios vacíos, que existe en la eternidad, es decir, fuera del tiempo.       
 El fenómeno de contracción de la luz cósmica que generó la creación, dio lugar a la multivariedad de vibraciones que se precipitaron como cristales que surgen de una solución salina homogénea y traslúcida, aparentemente separados, pero que al ser nuevamente disueltos vuelven a ser un todo homogéneo. La mente humana ordinaria funciona como un cristalizador que todo lo separa. La consciencia real, no la ilusoria sensación mental de estar conscientes, funciona como un disolvente universal que logra convertir lo separado en un todo homogéneo.

El aspirante al discipulado ha de esforzarse por ver más allá de las percepciones mentales ordinarias, más allá del tiempo y del espacio. Solo así logrará percibir la realidad de su conexión con todo lo creado en un universo real de infinitas potencialidades y posibilidades. 

La mente ordinaria ha construido la ilusión del yo, del perceptor separado. Si se ve más allá, se descubrirá que no se trata de una conciencia individual que observa y vive un proceso personal de evolución sino de una conciencia única que se manifiesta en múltiples variedades estructurales, en un proceso de movimiento o cambio continuo, fuera del tiempo, en tanto que lo observamos como creación. El universo que creemos ver solo existe en la medida en que lo observamos. El universo real solo es perceptible por la consciencia Unica, a la cual solo se llega al traspasar el triple velo astral, mental y espiritual, lo cual equivale a decir cuando desconectemos la mente de las emociones y salgamos de la ilusión del tiempo del espacio y de la separatividad.
Como expresó sabiamente el escritor, filósofo y poeta Ralph Waldo Emerson:"vivimos en sucesión, en división, en partes, en partículas. Mientras tanto dentro del hombre está alma del todo; el silencio sabio; la belleza universal, con la que cada parte y partícula está igualmente relacionada, el Uno eterno. Y este profundo poder en el cual existimos y cuya beatitud es completamente accesible a nosotros, no es sólo auto-suficiente y perfecta en cada hora, sino que el acto de ver y la cosa vista, el vaticinio y el espectáculo, el sujeto y el objeto, son uno. Vemos el mundo pieza por pieza, como el sol, la luna, el animal, el árbol; pero el todo, del cual estas son partes brillantes, es el alma.”

Vivamos en actitud de permanente observación, pensando acerca del pensamiento y vigilando el incesante vaivén del yo personal, del ego, de la mente ordinaria con todos sus pensamientos, volando como mariposa de flor en flor, hasta que logremos la serena expectación que nos concede el milagro de la percepción de la Seidad o Existencia Real, del Gozo que regala la quietud perfecta y del Conocimiento Absoluto que deriva de la comunión con el Todo.
Bendiciones para todos,

Alipur Karim